miércoles, 20 de octubre de 2010

Schac, schac, raaaaaas!

Schac, schac, raaaaaas!

Los consejeros empezaban a llegar a la sala donde se celebraría el Consejo de Gobierno. Paulino Rivero ya estaba allí y hacía una parte con José Miguel Ruano. Ambos hablaban en voz baja y tenían fruncido el entrecejo… De repente se oyó un alarido que provenía de la habitación contigua.

-  ¡Aaaaaaaaaaahhhhh!
 
Al grito desgarrador  le siguió una voz lastimera:
- ¡No, por ahí no! ¡Por favor…!
Tras unos segundos de silencio los miembros del Gobierno se estremecieron al oír un schac, schac, ¡raaaaaas! El sonido del tijeretazo los dejó a todos sobrecogidos y la congoja aumentó cuando se abrió la puerta y Rita Martín hizo su entrada en la sala, sofocada, con la falda hecha jirones y el turgente y voluptuoso muslamen asomando por las costuras.
Sin abrir la boca tomó asiento justo cuando desde la otra habitación tronó una orden:
- ¡Que venga Milagros!
La consejera de Educación intercambió una mirada de pánico con Paulino y Ruano, que hicieron como que no la veían.
Al poco de traspasar la puerta su grito volvió a sobresaltar a los consejeros.
-¡Nooooooo!, gritaba Milagros Luis y a continuación, el mismo siniestro tijeretazo: schac, schac, ¡raaaaaas!
La consejera regresó al Consejo cabizbaja y llorosa. Antes, lucía una falda primorosamente estampada de tomates de gran tamaño, pero ahora, habían desaparecido…
- ¡Juan Ramón!, se oyó al otro lado.
El consejero de Obras Públicas arqueó las cejas y pasó a la habitación. Un inquietante schac, schac, schac, schac de  tijeras se oyó con nitidez antes de que cerrara la puerta. Luego, una enérgica protesta:
- ¡Se lo diré a Antonio Castro, que te quede claro!, y el schac, schac, ¡raaaaaas!
Cuando el consejero de Obras Públicas volvió los bolsillos de su chaqueta habían pasado a la historia y de la corbata apenas quedaba el nudo.
- ¡Mercedes!, bramó Manostijeras al otro lado de la puerta.
La consejera de Sanidad entró con un estudiado discurso sobre la sostenibilidad del sistema de salud y su porcentaje en relación con el PIB pero antes de que abriera la boca el sobrecogedor sonido de las tijeras volvió a oírse con nitidez:
- Schac, schac, ¡raaaaaas! Ni una sola de las rayas de los ternos que luce Roldós había sobrevivido al recorte.
- ¡Ruano!, ¡que venga Ruano!
Paulino y el consejero, que seguían hablando en voz baja se sobresaltaron.
- ¿Qué hago presidente?, imploró finalmente el consejero.
- Lo que te he dicho, que no sufra mucho el gasto corriente y por lo que más quieras, que no me quite el helicóptero. El helicóptero no, repetía Paulino cuando desde la otra sala se oyó:
- Schac, schac, ¡raaaaaas! ¡Mierda!
Manostijeras agarró el móvil e hizo una llamada…
- ¿Mariano?, soy yo, José Manuel. Verás, estaba en pleno recorte del presupuesto y se me ha ido la mano.
- ¿?
- He cortado el pacto de Gobierno de un tajo.

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