miércoles, 28 de julio de 2010

The last tomadura de pelo

The last tomadura de pelo
Por Carmen Ruano

El Blogoferoz.com
 Paulino Rivero consumó, la semana pasada, la penúltima tomadura de pelo de esta legislatura que a punto está de pasar a la historia. Para que se hagan una idea de hasta qué punto el presidente canario ni siquiera consideraba importante el asunto, baste decirles que Rivero hizo una aparición fugaz durante el debate que desembocó en la aprobación de la rimbombante Ley de Participación Ciudadana con la que intentan convencernos de que nosotros, los ciudadanos, tendremos más cuotas de decisión en la política que se lleva a cabo en las Islas y que podremos calificar, cuando no criticar abiertamente, las decisiones que tomen y ejecuten nuestros próceres autonómicos. Nada más lejos de la realidad.
El actual presidente canario lleva sus casi cuatro años de legislatura ninguneando al Parlamento de Canarias donde, dicen, se encuentra la soberanía del pueblo. Con el sometimiento de la Mesa del Parlamento y la tonta complicidad de los socialistas, el orden del día del pleno de la Asamblea Legislativa se ha modificado, alterado, cambiado y diseñado al pedir de boca de Rivero, que aparece por la Cámara lo justo para responder dos o tres preguntas y poner pies en polvorosa…
Y eso lo hace un político que prometió, en su discurso de investidura, convertir al Parlamento en el centro del debate político de las Islas. Hasta que se celebró el primer pleno, recibió su primera cachetada política y nunca más volvió… salvo lo imprescindible. Ni siquiera lo necesario para quedar bien. Paulino Rivero no estuvo presente cuando se aprobaba el polémico catálogo de especies amenazadas en Canarias. Casi no apareció cuando se aprobaba su ley de cabecera, la de Participación Ciudadana, hasta el punto de que fue el consejero de Obras Públicas –el único que paraba por allí- el que tuvo que cantar las loas de la nueva norma, recién aprobada.
Pero hay más. Nunca, hasta esta legislatura, la institución señera que supuestamente vela por los derechos de los ciudadanos, la Diputación del Común, había caído tan bajo. El Gobierno, que tanto dice que gobierna para los ciudadanos, no ha hecho nada para renovar la institución, donde vegeta un, vamos a llamarlo venerable en atención a su avanzada edad, incapaz –hasta de presentar su dimisión- en situación de interinidad, sueldo y coche oficial.
Y pese a todo lo anterior, Paulino Rivero quiere hacernos creer que va a incrementar nuestra participación ciudadana a través de “paneles”, foros o “jurados” cuya composición estará teledirigida y convenientemente “registrada”. No se lo cree ni él mismo. Porque en el fondo, la dichosa ley no es otra cosa que un invento, un sueño largamente acariciado y perseguido por la presidenta consorte, Ángela Mena quien, consciente de que Rivero no despierta pasiones como Manuel Hermoso, ni puede darse baños de multitud, pretende hacerle un jacuzzi a su medida.
Afortunadamente, aunque no solamos ejercitarlo, disponemos de un instrumento de participación ciudadana muy poderoso: depositar nuestro voto en las urnas. El problema es que, muchos, aún, no han descubierto su eficacia. Y así nos va.

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