miércoles, 28 de julio de 2010

El atropello.

El atropello.
Por Carmen Ruano

Supongo que recordarán la noticia publicada no hace mucho en todos los medios de comunicación que hacía referencia a una mujer que conducía el coche con su cuñada sobre el capó al menos cinco kilómetros, hasta que un conductor, al que adelantó, consiguió detenerla tras sobreponerse del susto. Según parece, todo se inició con una bronca sobre una vivienda y cuando una de las mujeres se metió en el coche para irse, la otra se abalanzó sobre el vehículo para impedírselo, con escaso éxito, como se comprobó después.
Salvando las distancias, aquí estamos en la misma tesitura. De forma soterrada, Paulino Rivero y José Manuel Soria andan de bronca electoral mal disimulada, intentando atropelladamente sumar puntos para ganar los comicios y auparse en el sillón presidencial. Hay que reconocer que el presidente canario llevaba ventaja sobre su vicepresidente, ya que a Rivero lo hemos visto arar el campo en Fuerteventura, ordeñar una vaca en Gran Canaria, correr la maratón de la capital tinerfeña, perseguir a la Virgen de los Reyes en la Bajada de El Hierro, caminar con discapacitados en La Palma y hasta repartir dosis de metadona.  Por el contrario, a Soria se le vio, con menos gracia, visitar la nueva sala de partos del Hospital de La Palma y darse un paseo por la unidad móvil del Instituto Canario de Hemodonación, que no alcanza el caché, ni de lejos, con lo de dispensar metadona. Y no digamos lo de tirar del arado…
Sin embargo, Soria es astuto y ha dado un volantazo con el que pretende llevar al presidente por delante. Para empezar, ha conseguido cabrear a los presidentes de los Cabildos, que piden la cabeza de Paulino Rivero y, para continuar, ha sacado las tijeras y quiere recortar donde más le duele a su jefe: los coches oficiales, las agencias públicas que él creó y si me apuran, hasta los viajes en helicóptero.
Por si fuera poco, el vice ha desplegado a toda la tropa para mortificar a Paulino que, sujeto al capó, aguanta estoicamente que le rocíen con el agua del limpiaparabrisas con la que los populares le escupen a la cara su apoyo al Gobierno de Zapatero. Le duele hasta el embrague cuando le sacan el capitidisminuido Plan Canarias y hasta el delco cruje con la subida del IVA, que secundaron en el Congreso. Pero Rivero presume de estabilidad, aunque sea con la cara aplastada contra el cristal.
Hay que reconocer que Soria está envalentonado y apretando el acelerador. El problema, me temo, es que nos puede llevar a todos por delante. Uno y otro.

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