martes, 23 de noviembre de 2010

Grillos, baifos y chotas

Por Carmen Ruano
La proximidad de las elecciones ha transportado a la clase política a un mundo virtual desde donde nos envía mensajes prefabricados que persiguen convencernos para que, gracias a nuestro voto, ellos puedan mantenerse en el poder –sueldo, coche oficial y viajes en primera y en helicóptero- durante otros cuatro años. Todo ello partiendo de dos premisas: la primera, que una falsedad repetida con tozudez puede convertirse en una verdad y, la segunda, somos necios y constituimos una masa electoral fácilmente moldeable.
Les pongo un ejemplo. El presidente, Paulino Rivero, acaba de decir públicamente que si se reconocen las aguas interiores canarias, el Archipiélago aumentará su superficie de 7.500 a cerca de 50.000 kilómetros cuadrados y pasaríamos a ser la cuarta comunidad después de Castilla La Mancha, Castilla León y Andalucía. Se queda corto el señor Rivero en su estulticia. Si añadiéramos la altura del Teide –el pico más alto de España-, la plataforma volcánica sobre la que se sustentan las Islas, los kilómetros realizados por el ferry, la altitud que alcanzan los aviones de las líneas regionales y los tradicionales lazos de hermandad con Europa, África y América del Sur, podríamos estar hablando de casi un continente, lo que nos permitiría, incluso, reclamar la capitalidad del Reino.
Por supuesto, esta bobalicona multiplicación territorial no persigue únicamente adornar a Canarias de la ‘grandeur’ de la France, sino ser una excusa para que Rivero pueda ir a Madrid, tocar la puerta de La Moncloa y que Zapatero afloje tal cantidad de dinero y de competencias que, sólo de pensarlo, nos quedaríamos boquiabiertos como el mero Pancho, ya nacionalizado canario y autóctono.
Así como Juana enloqueció tras la muerte de Felipe el Hermoso, a Paulino Rivero se le ha grillado una parte nada desdeñable de su porcentaje neuronal aún hábil tras la espantada de José Manuel Soria. He de reconocer, no obstante, que el presidente canario ha tenido mucha capacidad de aguante. Soportar tantos viajes incómodos en helicópteros, jugándose la vida por nosotros, termina por minar la salud. Descubrir que el Plan Canarias tenía un sonoro agujero vacío acorde con su rimbombante denominación es para crispar los nervios. Echarse en brazos de José Luis Rodríguez Zapatero a cambio de casi nada, debe minar la autoestima. Y claro, lo de Soria… Lo de Soria ha sido el detonante y Rivero, sometido a tanta presión [sin incluir los helicópteros], ha terminado por enloquecer.
Lo de las aguas internacionales no se sustenta ni en el primer curso de Derecho de la Universidad de La Laguna. ¿Para qué quiere Rivero más competencias si no ha desarrollado la mitad de las que tiene y ha sido incapaz, en esta legislatura, de sacar adelante la reforma del Estatuto de Autonomía? Ni la reforma del Régimen Económico y Fiscal de Canarias. Pero si no ha completado aún la reestructuración del Gobierno. Si ni siquiera subió a la tribuna parlamentaria para explicar la crisis de su Ejecutivo. Simple y llanamente, se ha tirado al monte a pastar hierba y a rumiar tonterías. Vamos, que está como un baifo.

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