lunes, 20 de septiembre de 2010

Uniforme falangista

por Juan Henriquez del Rosario

El año pasado, concretamente el lunes 6 de junio, escribí un artículo que bajo el título de ¡Dimisión, ya!, pedía públicamente que el Diputado del Común de Canarias, Manuel Alcaide, no podía estar ni un minuto más al frente de una institución democrática, dado que fueron sus propias palabras las que le desautorizaban: "En la época del franquismo, no había Defensor del Pueblo, y creo que ni falta que hacía". Y conste que no fue la única frase de apología a su dictadura. En aquella misma fecha también dijo: "Las administraciones públicas estaban muy controladas, se regían cómo si fueran un cuartel y funcionaban mucho mejor". Una frase que era la antesala de la última del personaje: "Los funcionarios deberían llevar uniforme para detectar si trabajan o sí están tomando café". Algunos hablan maravilla del dueño de este tiránico léxico; a mí, simplemente, me parece el de un dictador fracasado.
Y como a sus señorías del Parlamento canario les preocupa muy poco la presencia del individuo al frente de una institución democrática cómo el Diputado del Común, el caballero no sólo se permite hacer proselitismo del franquismo, sino que además se lo toma a cachondeo, y con la falsa risita que caracteriza a estos ejemplares. Además de un comportamiento barriobajero, negándose a dimitir voluntariamente, provocando que le cesen para cobrar la indemnización por despido improcedente. Menudo rostro se gasta la figura.
Lo que se calla Manuel Alcaide es que la verdadera intención es uniformarlos con pantalón corto de lona gris-claro, camisa azul con el emblema del yugo y flechas, brazalete, boina roja, botas, medias blancas y cinturón ancho de cuero con hebilla metálica. Por supuesto, no haría falta fichar a la entrada; todos los funcionarios formarán en fila de a dos, a los que el propio Alcaide ordenará cubrirse, para guardar las distancias reglamentarias, y una vez en posición de firmes deberán entonar el Cara al sol con la mano derecha en alto. A la salida, lo mismo, pero con más brío. Al primero que me gustaría uniformar es al de la propuesta. Después de fijarme bien en su careto, no tengo la menor duda que la gorra con el cangrejo esmaltado le debe de favorecer cantidad. El problema es que Manuel Alcaide no se ha enterado de que estamos en una profunda crisis, con más de 300.000 parados. ¿Ha hecho cálculos el uniformefalangista sobre el coste que supondría vestir a los 50.000 empleados de la Administración pública canaria? Cómo mínimo dos mudas, ¿le parece? Pensándolo bien, tampoco es tanto, con unos 5.000 millones de euros se soluciona el capricho del guardaespaldas del pueblo..., indignado por sus gilipolleces.
Conste que todo lo aquí expuesto es sin menoscabo, y máximo respeto, a los trabajadores y trabajadoras que ejercen con uniforme, tanto de empresas públicas, cómo privadas. ¡De eso nada!, perdone, un servidor no ha nombrado a Le Pen; si usted quiere encontrarle algún parecido, es su problema, no el mío. Sabe qué le digo, que volver a pedir la dimisión del individuo, o esperar que lo echen de una vez, es perder tiempo, así que: ¡mándese a mudar!

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