Señoras y señores, estamos en agosto y es tiempo de despelote. La caló obliga a quitarse de encima ropajes que oculten el verdadero
rostro de cada cual, y como la gente anda apurando las vacaciones por
si acaso sean las últimas hasta la década que viene, pues nada mejor que
ir colando, al más puro estilo camuflaje, las auténticas razones del cambio que clamaba el PP el 20-N de referencia. La primera tiene todo el tufo populista de mirar de reojo, arriba y abajo, al vecino cuando las cosas del comer se complican. Y si el vecino es de fuera, habla algo raro y reza más extraño todavía, pues mejor que mejor. Porque este martes el portavoz adjunto del PP en el Congreso, Rafael Hernando, no se ha cortado un pelo en admitir que la medida que el Ministerio de Sanidad aplica desde ya de cobrar por asistencia sanitaria a inmigrantes sin papeles persigue, exactamente, que se vayan a sus países. ¡Claro! Ahora que el ladrillazo que fomentó el PP con su ley aznariana del suelo no genera pelotazos
a constructores, sino más bien todo lo contrario, esa mano de obra
barata que levantó la economía española durante la década prodigiosa ya
se puede morir de asco que no sirve para nada productivo. Pasen y vean señores, señoras, cómo de reluciente luce el sable del coronel, con su gusano y su ciempiés.
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