miércoles, 22 de febrero de 2012

RAJOY=PINOCHO

Mucho se habló y criticó a cuenta de la falta de palabra de José Luis Rodríguez Zapatero pero, desde el primer día, Mariano Rajoy y su hombre de confianza en el área económica parecen salidos de la misma carpintería de Gepetto, réplicas mejoradas de Pinocho. La primera fue enterrar el programa electoral, donde constaba, destacado, que no subirían los impuestos. Les ha faltado tiempo para atacar directamente el IRPF.
El titular de Economía y relaciones institucionales (encargado de meter en cintura a las autonomías), Luis de Guindos, antiguo líder del prestigioso Lehman Brothers en el Estado, declaró al Financial Times que se proponían revisar, y en su caso corregir, los presupuestos de las comunidades, como Bruselas, o más propiamente la dupla Merkozy, hacen con los de los miembros periféricos de la Unión. Ante las protestas inmediatas, la más rápida desde Catalunya, donde el mosqueo deja pequeño al del consabido pavo en Navidad, diversas voces del nuevo gabinete monclovita corrieron al desmentido.
Cuando volvían a extenderse las críticas contra el presidente del Gobierno español por su regreso a la táctica del silencio absoluto, delegada la voz en su portavoz, al fin concedió la pieza periodística más cotizada, la primera entrevista "en profundidad" y desde el cargo, a la Agencia Efe, puede que en un intento inútil de no favorecer a ningún grupo privado de comunicación en concreto, como si no tuviera favoritos.
Y esta vez fue don Mariano en persona quien repitió, en español y sin posibles errores de traducción o interpretación, lo del control de los presupuestos de las autonomías, además de culpar a estas del grueso del déficit que provoca los tijeretazos y las dentelladas de la Hacienda. Eso, y que son los entes "regionales" los grandes responsables del déficit que, según sus palabras (no literales) han duplicado mientras los números rojos del Estado solo han crecido "dos décimas".
O se ha convertido en mojojón de cáscara cerrada respecto del intercambio de informaciones con sus ministros o desmiente a sus mismos colaboradores en materia económica que, según todas las previsiones, incluida la de Forges, denunciaron que la desviación del déficit dejada por Zapatero no era del 6% previsto, sino del 8%, o del 8,2%, según las diversas estimaciones.
A lo peor el señor presidente aprendió a contar de aquel otro gallego que sorprendió al amigo que no veía hacía años con signos evidentes de opulencia: cochazo, chófer y demás. Como el otro le preguntase cómo había conseguido tanto progreso, le respondió: "Mira, comprando a dos, vendiendo a cuatro, y con ese dos por ciento he ido tirando".
El caso es que las cifras resultan extraordinariamente manipulables. Y, en volumen, respondía el portavoz del Govern de la Generalitat, el del Estado supone el 80% del déficit conjunto de las administraciones, el 20% a las comunidades autónomas que, además, han de hacer frente a las cargas más onerosas: sanidad, educación, ayudas sociales, que suponen más del 60% de sus presupuestos.
Voces del equipo de Mas ya han dicho que la supervisión de los presupuestos catalanes desde Madrid es la anulación total de su parte de soberanía. Y que, entre eso y los aumentos de impuestos (los catalanes pagan de media 28 euros de cada cien ganados y su volumen de aportación fiscal solo se supera en Suecia y Aruba) lo que se produce es una asfixia total del margen de maniobra propio. El Financial Times, tan alejado de la izquierda como un millón de dólares, acababa recomendando a Rajoy y los suyos, en términos comprensibles para los lectores de Estados Unidos, que "evite caer en tentaciones antifederalistas". Pero ya se sabe, contra el vicio de pedir…

Pedro Negrín Fernández http://comunidades.laprovincia.es/blogs/negrin10/rajoypinocho-1829.html

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