Seguramente habrá sido absolutamente limpio y transparente el proceso de selección al que se sometieron ambas damas para acceder, la esposa del alcalde de La Laguna, a un puesto de trabajo en el tranvía de Tenerife, y la del portavoz de ATI en el Ayuntamiento de Santa Cruz, a la gerencia del Organismo Autónomo de Música del Ayuntamiento de la ciudad de los adelantados. Pero, en cualquier caso, ambas contrataciones tienen todo el olor, el color y el sabor del nepotismo, del enchufismo vulgar y corriente que se sigue practicando en Canarias al son del tambor y la chácara nacionalistas. Para mayor indecencia, el alcalde de La Laguna, Fernando Clavijo, es vocal del consejo de administración de Metropolitano de Tenerife, donde ha encontrado empleo su señora esposa con un sueldo más que considerable que complementará a la perfección los más de 60.000 euros que él cobra como primera autoridad municipal lagunera. Y la empresa familiar, ¿quién la compró? Porque el señor Mejías seguirá necesitando que alguien le administre las propiedades inmobiliarias que tiene, sobre todo ese famoso local comercial alquilado al Ayuntamiento por 6.000 eurillos al mes, sin periodo de carencia en lo que le terminan de hacer unas millonarias obras que dejarán el inmueble maqueado para un próximo inquilino.
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