PRIMERO NIEGAN LA EVIDENCIA; LUEGO LE CAMBIAN EL NOMBRE
Y si Zapatero negó la crisis inicialmente, o no la quiso
ver, Mariano Rajoy ha querido ocultar lo que está ocurriendo bajo una
sucesión de mentiras que se van transformando en eufemismos a medida que
se va descubriendo la cruda realidad. Y la cruda realidad a día de hoy
es que los que provocaron la crisis financiera mundial siguen
ocasionando inmensos estropicios como el de la banca española, lastrada
de manera escandalosa por el estallido de la burbuja inmobiliaria
alimentada desde finales de los noventa gracias a las mismas políticas
que ahora se repiten de modo dramático: que manden los mercados, que se
liberalice el suelo, que viva el ladrillo… que en caso de que esto se
venga abajo, con el dinero de todos los contribuyentes lo resolveremos.
Mariano Rajoy, además de mentir y de esconder luego sus mentiras en un
permanente juego de trileros, es un redomado cobarde que solo salió a
dar la cara ante los españoles cuando su mutis se convirtió en un clamor
de indignación nacional. Este domingo compareció en la que se convirtió
en la segunda rueda de prensa que ofrece en España desde que fue
investido presidente del Gobierno, hace ya más de seis meses. Se le
notaba nervioso, esquivo, inseguro, muy incómodo en su intervención
inicial, quizás temiendo que las preguntas que se le formularan pudieran
conducir a que se descubriera el tamaño del berenjenal en el que nos ha
metido con la intervención financiera acordada el sábado en el
Eurogrupo. Su empeño en evitar la palabra rescate es objeto de burla
internacional, y el regate de solo horas de recorrido de que se trata de
un préstamo ventajoso no hace otra cosa que abochornar a todos los
españoles.
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