Por Vicenç Navarro
Una de las conceptualizaciones de la realidad económica que está más
generalizada en la cultura mediática y política del país, incluyendo en
amplios sectores de las izquierdas, es la de dividir el panorama
político existente hoy en el mundo entre las derechas, a las cuales se
les asume estar a favor de los mercados y en contra de las
intervenciones de los Estados, y las izquierdas, que están más a favor
del Estado y de su intervencionismo que a favor de los mercados. Según
tal interpretación, el punto divisorio del espectro político es cómo las
fuerzas políticas perciben al Estado. Las derechas ven al Estado, como
decía el presidente Reagan, el gurú político de los neoliberales, como
“el problema”, mientras que las izquierdas lo ven como “la solución”.
Este análisis de la realidad aparece ahora en la versión de la crisis
percibida por amplios sectores de las izquierdas, que la ven causada
por los mercados financieros. Así, autor tras autor subrayan la
centralidad de los mercados financieros como los responsables de la
situación actual. En realidad, existe casi un consenso entre autores de
derecha y autores de izquierda, que tales mercados financieros son los
que configuran el orden internacional. La única diferencia entre ellos
es que mientras los primeros, las derechas, lo celebran (atribuyéndoles
haber traído un gran progreso al mundo en los últimos quince años), los
segundos, las izquierdas, lo lamentan (considerándoles responsables de
la crisis). Pero por lo demás, los dos espectros políticos –derechas e
izquierdas- parecen coincidir: los nuevos amos del mundo son los
mercados financieros. En esta interpretación, los Estados casi han
desaparecido. Y el intento de las izquierdas es ahora recuperarlo.
El problema con tal consenso es que es profundamente erróneo. Y es
fácil de demostrarlo. Comencemos por lo que pasó durante el gobierno
Reagan de EEUU, supuestamente el gobierno más neoliberal que aquel
Estado haya tenido, aunque los datos muestran una situación muy
diferente. En realidad, la Administración Reagan fue una de las más
intervencionistas que EEUU haya tenido. El gasto público del gobierno
federal aumentó considerablemente (a través, predominantemente, del
gasto militar) y los impuestos (aunque bajaron para el 10% de renta
superior del país) subieron para la gran mayoría de la población, siendo
tal gobierno el que subió los impuestos de manera más acentuada en
tiempos de paz en aquel país. Tales datos hablan por sí mismos. La
Administración Reagan fue claramente intervencionista, aumentando
considerablemente su sector público. Disminuyó el gasto público social,
pero aumentó muy espectacularmente el gasto militar (como bien dijo el
Secretario de Defensa, Caspar W. Weinberger, EEUU desarrolló la política
industrial más avanzada de los países de la OCDE, a través de la
inversión militar). Además bajó los impuestos de los ricos y de los
súper ricos, pero los subió a todos los demás.
Las instituciones públicas del establishment europeo
Otro ejemplo es la crisis actual. Los Estados han gastado como nunca
antes lo habían hecho a fin de salvar a la banca, tanto en EEUU como en
la UE. Desde diciembre, el Banco Central Europeo, el BCE, se ha gastado
la friolera cantidad de un billón de euros públicos ayudando a la banca
(la mitad de ello a los bancos españoles e italianos). El BCE es Estado,
es decir, es una autoridad pública, que es a la vez la que determina
los intereses de la deuda pública. Estos intereses no los determinan los
mercados financieros (repito, no los determinan los mercados
financieros), sino el BCE. Cuando no compra la deuda pública, los
intereses suben y cuando la compra, bajan. El BCE tiene el poder de
controlar los intereses de la deuda pública. El hecho de que los
intereses de tal deuda se hayan disparado no tiene nada que ver (repito,
nada que ver) ni con el tamaño del déficit ni con el de la deuda
pública, sino con el hecho de que el BCE no ha comprado desde hace ya
tres meses deuda pública, y no la ha comprado a fin de forzar al
gobierno español a “hacer los deberes” que son, según el BCE, la
reducción de la protección social y de los salarios, siguiendo el
proceso que mi amigo Noam Chomsky ha definido correctamente como la
guerra de clases unidireccional del capital (hegemonizado por el capital
financiero) contra el mundo del trabajo.
Hoy, el sistema financiero europeo está centrado en el capital
financiero alemán, que se está beneficiando enormemente de la situación
actual. Estamos viendo un flujo de capitales de la periferia (de los
países llamados en los círculos anglosajones como GIPSI -Grecia,
Irlanda, Portugal, España e Italia-) hacia el centro, que está
descapitalizando la economía de estos últimos. Sólo en los últimos tres
meses, 98.000 millones de euros han dejado España (equivalente a un 9%
del PIB español), buscando lugares mas seguros (Financial Times –
06.01.12). Entre ellos está Alemania, cuyos bonos públicos del Estado se
consideran segurísimos (con lo cual los bonos a diez años pagan unos
intereses bajísimos de 1,56%). Existe una acumulación de capital en
Alemania a costa de la descapitalización de los países GIPSI. Y todo
ello se realiza a través de las políticas que la troika (Banco Central
Europeo, Comisión Europea y Fondo Monetario Internacional) está
imponiendo a los Estados, sin que haya existido ningún mandato popular
para ello. (No es sorprendente, pues, que en la última encuesta Pew
Global Attitudes sobre como la población de varios países de la UE
valora la creación de la Eurozona, sólo en Alemania la mayoría de la
población aprueba tal integración económica. En los países GIPSI la
desaprobación es generalizada. Financial Times. 06.01.12).
Las políticas públicas del establishment europeo
Esta situación está contribuyendo también a una grave crisis del
sistema bancario periférico (estimulado en España por el colapso de
Bankia). De ahí que la troika esté ahora presionando para que se
transfieran fondos del European Stability Mechanism –ESM- (que, por
cierto, no ha sido todavía aprobado por los 17 países de la Eurozona,
destinados en principio a apoyar a los Estados en situación difícil) a
fin de ayudar a la banca, añadiéndose así más fondos de ayuda pública a
estas instituciones bancarias. (En España, hasta este momento, la ayuda
pública a la banca alcanza una cantidad equivalente al 10% del PIB
español, ayuda que no ha significado el mejoramiento en la
disponibilidad del crédito, una de las razones sociales de su
existencia). Y aunque las izquierdas gobernantes en la UE han
contribuido a esta situación (los gobiernos del canciller Schröder y el
Primer Ministro Blair jugaron un papel clave en desarrollar este sistema
de intervención pública para ayudar a la banca), han sido las derechas
(Merkel-Sarkozy-Rajoy) las que han acentuado todavía más el
intervencionismo público para favorecer intereses financieros
particulares.
Todos estos datos muestran que el debate no debería ser sobre si
Estado o no Estado, sino sobre el tipo de intervención del Estado y para
el beneficio de quienes son estas intervenciones del Estado.
Hay que entender que hoy los Estados continúan jugando el papel clave
en la configuración de la crisis. El Estado alemán, instrumento del
capital financiero, está configurando, con la ayuda de los Estados
periféricos (instrumentalizados por intereses financieros locales)
cambios orientados hacia transformar la Europa Social en la Europa
Neoliberal. Hablar de los mercados es un escapismo que pone el centro de
la atención en los síntomas en lugar de las causas de la crisis actual,
la guerra de clases unilateral. No es sólo la burguesía en contra de la
clases trabajadora (aunque este conflicto continúa existiendo) sino el
dominio por parte de una minoría (el capital, centrado en el capital
financiero, en contra de la gran mayoría de la población). Y las
minorías están entrelazadas en lo que Jeff Faux, el fundador del
Economic Policy Institute de Washington, llamó en su día la alianza de
las clases dominantes a nivel internacional. El problema es que tal
alianza existe entre las élites gobernantes, pero no entre las clases
populares.
No hay comentarios:
Publicar un comentario